Hoy quiero compartir con vosotros un artículo que me impactó muchísimo, y que fue publicado por el diario El Mundo el pasado 31 de enero. Su lectura pone de manifiesto hasta qué punto la cerrazón e ignorancia se apodera de nuestra sociedad, personas que se encierran en sus propios ideas y convicciones, negándose rotundamente a abrir su mente y adquirir los conocimientos necesarios para rebatir cuestiones que, para ellos, son absolutamente inabordables.
Mucho se ha hablado a lo largo de este tiempo de las disputas entre aficionados a los toros y quienes claman por su inmediata abolición, aludiendo que a estas alturas de siglo, las corridas de toros representan un perverso e injustificable maltrato animal. La prohibición de los toros en Cataluña, el Toro de la Vega y otras medidas, han supuesto pequeños triunfos del sector antitaurino, no parecen suficientes para acabar con una tradición de siglos que sigue contando con un gran número de adeptos, que consideran la Fiesta Nacional como un valor cultural e identitario que no debemos perder.
Una cuestión espinosa sobre la que se han vertido ríos de tinta, aunque cabe decir que, en la mayoría de los casos la cerrazón e ignorancia y la repulsa más salvaje, tal y como fue desearle la muerte a Adrián, el niño que lucha contra el cáncer y sueña con ser de mayor torero, o los mensajes hirientes tras la muerte de Víctor Barrio, acciones investigadas por la Fiscalía y que han generado un enorme rechazo social.
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Por todo ello, he aquí un ejemplo de que la intolerancia, ignorancia y negación absoluta de profundizar en el conocimiento sobre lo que manifiestamente se aborrece sin el más mínimo conocimiento, no conduce a nada. Pasen y lean:
El 'anti' que se convirtió en taurino por amor: "Vivía en un mundo dominado por la ignorancia".
Ángel Trianero
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